jueves, 29 de abril de 2010

Faltabas tú

Con la venia. Resulta que me entero de que gozo de plenitud de derechos para añadir entradas y editar el blog... Y yo con estos pelos. Veo que todos los de la vieja escuela retoman. Y me siento invitado a esta fiesta que yo también organicé, en menor medida, aún no teniendo el DNI que acreditara mi mayoría de edad.

Fui quizá olvidado por los Grandes que hicieron esto... Pero soy igualmente incapaz de olvidarles a ellos. A esos Grandes, a Tinta y Ceniza como ente autónomo que se autogestiona y nos trae a escribir haciéndonos creer que somos nosotros los que lo elegimos, a un Grande en especial, que tiene (como no podía ser de otra forma) un gran proyecto en mente, a todos los que siguen leyendo, a nadie, a infinita gente: gracias, por darme tantas oportunidades, la mayor y más satisfactoria: la de que disfrutéis con unos versos:

"FALTABAS TÚ"

Vi amanecer sobre Madrid;
No estaba tu boca,
Ni tus ojos,
Faltaba tu cuerpo
Pero tú estabas

Escuché una canción
Que me llevó a un lejano rompeolas
Y al cielo de Nueva York.
Faltabas tú
Pero estabas

Fumé;
El humo salía igual,
Sabía igual,
Mataba igual.
Faltabas tú
Pero estabas

Soñé contigo,
Con tu boca,
Con tus ojos,
Con tu pecho
Pero no estabas

El sueño, tan real,
Te hizo intangible:
Desapareciste
Para volver con mi despertar
Y besarme:
"Buenos días, cielo".


Javier Soria. Πυροκρατες

viernes, 16 de abril de 2010

Hoy: amarillo


Quien al lado te tuviera, dando vueltas alrededor o en el centro, la clase ha sido deprimente, faltaron sitios en el aula y las pocas sillas estaban rotas. ¿Adecuado? Es la pública, si quisiera quejarme tendría que presentar una instancia. Dichoso papel amarillento, mi carpeta rebosa de ellos. Sigo adelante con la clase, tampoco me parece tan mal, muy acorde con el tema de hoy: la lírica tradicional. Una clase tan hecha polvo como el espíritu de los que cantaban entre paja y hez. Ayer estuve cenando con Alessandro D’Avenia, escritor, la cabeza ha estado bulléndome todo el día con las frases de la cena, pocas cosas más han estado rondándome. No he sido capaz de retener siquiera alguno de los versos estudiados – ya es raro –. Alessandro venía a España a presentar su primer libro “Blanca como la nieve, roja como la sangre”. Reconozco, aunque pese, que no hice ni caso de la novela: las palabras de Alessandro me maravillaron. Nos pidió a los que estábamos aprender a pensar en colores, que lo intentáramos, sonaba bello, lo probaré, me dije, lo estoy probando, me digo. Y por la tarde al trabajo…
Hoy ha sido un día amarillo, no me preguntes por qué, pero amarillo.

martes, 6 de abril de 2010

Pedrera


He estado la Semana Santa Fuera, así que, como he escrito poco, sí que os regalo una imagen de mi último cuadro, a ver qué os parece.

La semana pasada la pasé en Roma. Diez días en éxtasis son capaces de hacer nuevo a cualquiera - lástima no haber aprovechado para escribir nada esos días. Además encontré a muchos viejos, casi olvidados conocidos, caras con las que salieron muchas cosas adelante.

Miguel Ginel

Nieve

Durante el año y medio que llevo viviendo en Finlandia me he dado cuenta de que una de las cosas más bellas de este mundo la ciudad después de una nevada. El silencio, la sencillez, la blancura, el olor, la apariencia cálida y suave de la nieve recién caída...
Pero invariablemente eso llega a su fin, la belleza de la nieve suspensa sobre la hierva da paso a la mezcla negruzca de huellas, barro, orines y tierra. Este es un poema que habla de eso... o no...

Blanca, limpia, pura
Brillante, nueva, única.
Suave, simple, bonita.
Silenciosa, dulce, sencilla.
Blanca, nueva, bonita,
Sencilla, cálida...
La has tocado...
Era mentira.
Lo blanco tornó en gris,
Su limpieza en negrura,
Ahora mugre la que parecía pura.
Opaca, al ser antigua,
Monótona, aspera y fría.
Compleja, agria, ruidosa y dura...
Y fría, sobre todo fría...

Es qué no lo sabías?
Bajo la nieve
El asfalto yacía.

Jorge Soria