miércoles, 19 de mayo de 2010

Noche en la ventana

Un cigarro en la ventana
cuervos de ágil ojo rojo
con la pluma en el gabán.
Coge entre gorgojos
Globos de volutas heridos
esclavos de ábaco roto
retorcidos al saber
que les robaron su sangre
entre geranios de piedra
atados en la cornisa.

El sudor roca fundida
unida en llama de amor
con quien quiso, tal vez,
matar impertinente su voz
que presumía sin derecho
de su idilio de noches y andamio,
de palabras de hormigón
que se hundieron en las frases
que empezó en la mañana
y por la tarde olvidó.

Miguel Ginel

lunes, 17 de mayo de 2010

Renacer

Ya se ha ido la nieve.
La luz ha vuelto a revelar
Las hojas olvidadas del barrendero,
Que el invierno quiso ocultar.

Ahora- no os lo perdáis-
Empiezan a salir las flores,
Ahora el árbol seco y viejo
Qué desde mi ventana
He visto morir en invierno
Empieza a enseñarme la hojas
Bajo las que en verano leo,
Las hojas que volarán conmigo,
Durante mi otoño,
Y a mis pies darán sonido,
Durante mis paseos.

El sol, ahora pasea solo por el cielo,
Quizás- con un poco de suerte-
Mañana con él venga un aguacero,
De esos meláncolicos de primavera,
De esos que olvida el invierno
De esos que ocultan el horizonte,
De los que exigen pararse bajo ellos,
Bajo ellos tomar un cigarro:
Pararse y decir te quiero.

Jorge Soria

domingo, 9 de mayo de 2010

Va un poemita

... un poco tonto, pero el caso es que ahí va.

¿Que por qué escribo versos?
Porque quiero pensar
que mi vida es un poema
y que a falta de biógrafos
buenas son tortas.



Artemi

viernes, 7 de mayo de 2010

La odió por amarla

Se miraron como dos putas deprimidas,
a ninguno se le ocurrió que pudiera ser el otro.
Amos cargaban con demasiadas culpas para ver
que se habían llenado de tinta las esquinas.
Decidieron hacer como que estos
treinta y dos años no habían existido.
Se fueron con un simple adiós
e implícitos besos,
fueron de vuelta acogidos en sus alcantarillas
y allí dedicaron su vida a mutilar sueños.

¿La quiero? No, sí, no, sí, no
me da igual. Qué importa
ya si la quiero o no
cuando no puedo dejar de mirarla.

Desde la hez asoma la cabeza
que fatales daños ya le había causado:
Una vez se cortó los oídos
para volver a escucharla como antes.

Miguel Ginel